lunes, 12 de diciembre de 2011

Comentario de vídeo I El imperio de Carlos I


El Imperio de Carlos V, formado por las herencias de sus abuelos paternos, Maximiliano yMaría (Austria y Boegoña) y maternos, Fernando e Isabel(Aragón y Castilla), y de clara inspiración ermista, estaba integrado por una heterogénea asociación de reinos, principados y ciudades sobre los que se ejercía un poder dinástico, completamente independiente de cada uno de los pueblos y constituido por encima de ellos en torno a una familia. Un Imperio articulado por la lealtad de los súbditos a la persona del Emperador, pero que no descansaba en una estructura política con firmes instituciones imperiales, tenía que apoyarse, en lo que a recursos económicos se refiere, en los núcleos borgoñón y castellano.

La diplomacia imperial se basó en el logro de alianzas dinásticas:Carlos V se casó con Isabel de Portugal y su hijo Felipe lo haría con María, consiguiendo de este país una "neutralidad amistosa" después de que se resolviese el litigio de las Molucas en favor del reino lusitano a cambio de una indemnización; las buenas relaciones con Inglaterra eran una preocupación primordial del Emperador, ignorando en la práctica el repudio de Catalina de Aragón por Enrique VIII, cuyo resultado, aunque de escasas repercusiones internacionales, sería el matrimonio de Felipe II con María Tudor; y con Dinamarca, a la sazón preponderante en el Báltico, se inició una aproximación beneficiosa con el casamiento deCristián II con la hermana del Emperador, Isabel de Borgoña.

Si en el programa político la defensa de la Cristiandad frente a los enemigos interiores y exteriores constituyó un objetivo inexcusable, la lucha por la hegemonía en el continente fue otro no menos importante. Ambos se complementaban. Para Carlos V, la unidad de la Iglesia y el predominio del Imperio eran dos realidades indisolubles. Pero esta lucha desaforada por la detentación del máximo poder político en Europa tuvo contrincantes muy poderosos: Francia, en primer lugar, preocupada por el problema de Borgoña y por la expansión territorial en Italia; Turquía, dominadora de la costa africana y del Mediterráneo central y penetrando alarmantemente en el mismo corazón de Europa (sitio de Viena de 1529); la defensa a ultanza de las "libertades germánicas" por los príncipes y grandes ciudades alemanas ante el menor intento de reforzamiento de la autoridad imperial; y, finalmente, aunque parezca paradójico, el mismo Papado, empeñado en la consolidación de su poder temporal frente al establecimiento de los dominios imperiales en el Norte y Sur de Italia y opuesto a toda reforma disciplinar de la Iglesia en contra de lo promulgado por elEmperador.

Este frente antiimperial, expresión política de los ingredientes disgregadores de los tiempos modernos (monarquía nacional, valoración de lo práctico sobre lo ideal, espíritu de crítica religiosa, ect.), dio al traste con los ideales de una Cristiandad unida, al mismo tiempo que hizo fracasar la política imperial en Europa tras la angustiosa falta de recursos y la decepción alemana, no obstante los reiterados intentos de conciliación.

Las renuncias de Bruselas de 1556 señalan el fin de este Imperio"universal" sancionando de derecho la ruptura política del continente europeo. Las dos partes en que quedaría dividido serían, por una parte, el Imperio hispánico de Felipe II, basado en un absolutismo político, monopolio económico y autoritarismo católico (Contrareforma) y, por otra, las posesiones de la casa habsburguesa, coronas de Bohemia y Hungría, más el centro imperial paraFernando I, quien, después de firmada la Paz de Augburgo de 1555, aceptó implícitamente la preponderancia de los príncipes alemanes, dueños del poder político ante la anulación de la autoridad imperial y de las conciencias por el principio.

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